Crónica desde el futuro, en el arranque de un Mundial histórico

Foto: @PhotosportNZ
   

32 años y 15 partidos tuvo que esperar Nueva Zelanda para ganar en una Copa del Mundo. Y claro, fue en su Mundial. En el Mundial femenino con más clima mundialista de la historia. Una crónica de Ileana Manucci desde Auckland.

El Mundial de Australia y Nueva Zelanda tuvo su puntapié inicial este jueves 20 de julio y la expectativa generada entorno a un certamen que se prevé histórico, fue colmada ampliamente, al menos en esta primera jornada.

Desde la llegada al aeropuerto de Auckland, ya se respira Mundial por todas partes: cartelería alusiva, banderas, personal de todas las áreas dándole la bienvenida a hinchas, periodistas y todo viajero que por estos días llega a estas tierras para disfrutar del Mundial. Gran trabajo de voluntarias y voluntarios que guían, brindan información y estan atentos a las necesidades de les visitante.

El clima un poco hostil que estuvo presente durante todo el día -nublado total, lluvia intermitente y viento- dio una tregua en la tardecita, justo a tiempo para la ceremonia inaugural llena color y fuegos artificiales en el Eden Park, y para el esperado duelo entre Nueva Zelanda y Noruega.

Los equipos saltaron a un campo de juego impecable bajo el aliento de 42.137 personas, la multitud más grande en la historia del fútbol de Nueva Zelanda.

Localía mata historia

En la previa, Noruega llegaba con algunas ventajas sobre su rival: hoy están en el puesto 12 del ránking FIFA (las locales están en el 26), en su plantel se cuentan estrellas de la talla de Ada Herberger, Ingrid Engen y Caroline Graham Hansen, y en su historia ya ostentan una Copa del Mundo, la conseguida en 1995 en Suecia.

Pero Nueva Zelanda hizo pesar su localía. Desde el inicio salieron a comerse al rival a pura potencia, aprovechando la cancha rápida y una sorpresiva desconcentración casi general de las noruegas, que no podían hacer pie en el Eden Park.

El primer tiempo se murió en un 0-0 donde las locales habían tenido las mejores oportunidades de gol y la mayor tenencia de la pelota. Y con ese mismo espíritu salieron a jugar la segunda etapa. A los tres minutos, Hannah Wilkinson conectó una pelota en la puerta del área chica y la mandó al fondo de la red. Delirio total de la multitud que había llenado el estadio de la ciudad.

Sobre el final del partido las locales pudieron ampliar la ventaja mediante un penal cobrado a instancias del VAR, pero Percival lo estrelló en el palo. Noruega fue con decisión pero sin mucha claridad a buscar un empate que tuvo cerca en al menos tres oportunidades, pero que nunca llegó.

Al pitazo final le siguió un estallido por parte del público y de las jugadoras neozelandesas suplentes, que salieron corriendo a la cancha a buscar a sus compañeras. ¿Por qué tanto festejo en un partido que no define nada? Por que en las cinco anteriores participaciones en Mundiales, Nueva Zelanda solo había cosechado derrotas, 15 para ser más precisas.

El de esta noche, en casa y ante más de 40 mil personas, fue el primer triunfo de Nueva Zelanda en un Mundial. Y se festejó como lo que es, pura historia para el fútbol femenino de este país.

Arrancó el Mundial y tanto el clima dentro como fuera de la cancha es de fiesta, de esa fiesta del fútbol que cada cuatro años nos acostumbramos a ver en el masculino pero que ahora también nos pertenece. El crecimiento del fútbol femenino, aún con sus diferencias al rededor del mundo, se hace muy palpable en este certamen. Australia – Nueva Zelanda recién comienza y ya es la historia que siempre soñamos escribir para el fútbol femenino.

Y el otro local también

Del otro lado del Mar de Tasmania, en el Accor Stadium de la ciudad de Sydney, Australia venció por la mínima a Irlanda, con un gol de penal de Steph Catley.

En la previa Las Matildas recibieron una noticia para nada agradable: Sam Kerr, su máxima referenta, se perdía este partido y quizás también el próximo por una lesión en la pantorrilla detectada en el entrenamiento.

Pero las locales pudieron sobreponerse a ese golpe y quedarse con los primeros tres del Grupo B. Al igual que en Auckland, las 75.784 personas que estuvieron en el estadio marcan un nuevo récord de asistencia en un partido de fútbol femenino en Australia.

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